Es un regalo tradicional, al que siempre se suele recurrir, pero recibir un ramo de flores en San Valentín siempre es un detalle que la pareja va a valorar no sólo por el obsequio en sí, sino también por lo que pueden representar las flores que se regalan.
Sin lugar a dudas, la estrella del Día de los Enamorados es la rosa roja, en primer lugar porque se trata de una flor que siempre representa sentimientos especiales por parte de quien la regala y, además, porque el rojo se asocia, inevitablemente, al amor y a la pasión.
La idea es, sin embargo, no quedarse en el tradicional ramo. El toque de originalidad puede conseguirse con una presentación especial, por ejemplo, en forma de corazón, en un jarrón al que acompañe una caja de bombones o un peluche; o combinadas con otras flores especialmente llamativas como pueden ser unas orquídeas.
Por otra parte, además de las rosas, hay otras variedades de plantas con las que se pueden conformar arreglos también muy especiales y algo diferentes. Así, los tulipanes pueden funcionar muy bien tanto si se adquieren todos del mismo color como si se decide combinar tonalidades, gracias a la luminosidad y la energía que transmiten sus pétalos. Son flores que, una vez cortadas, no suelen durar demasiado tiempo pero su elegancia compensa con creces su fugacidad.
Si lo que se quiere es regalar una flor que no se marchite rápidamente, las siemprevivas son la mejor opción. Y no sólo porque puedan aguantar hasta un año sin apenas cuidado, sino porque, además, su vivaz colorido puede alegrar cualquier estancia.
Igualmente, se puede apostar por los claveles y las clavellinas, que suele estar siempre disponibles. Su punto fuerte es su intenso aroma y la variedad de colores que pueden llegar a presentar. Y si se combinan entre sí y con otras variedades como, por ejemplo, las margaritas, el efecto que se consigue es aún más espectacular.
FOTOS 1 y 2: Ten siempre flores
FOTO 3: Viveros La Dama
