El jardín inglés fue, en origen, un espacio verde diseñado y decorado según los parámetros del naturalismo imperante en la pintura de la época, un espacio que incorporará elementos propios del romanticismo posterior.
El diseño paisajístico de los jardines ingleses distaba mucho del que en aquellos momentos existía en algunos puntos de Europa, donde la estética imperaba en los jardines del siglo XVII de países como Francia o Alemania, que se mostraban al público sumamente recargados y artificiales. En contraste, los paisajistas ingleses apostaron por la normalidad del paisaje, donde la naturaleza se plasmaba tal y como era, sin los elementos extravagantes típicos del Barroco. En los jardines ingleses, la orografía y los accidentes naturales se incorporan al propio paisaje y contribuyen a crear ese aspecto íntimo, pero a la vez amplio, que los hace especiales. Asimismo, el agua cobra gran protagonismo. De este modo, es habitual que estas zonas verdes estén salpicadas por estanques, lagos y puentes.
Pero hay más: este realismo, esta oda a la naturaleza de los jardines ingleses que nos evoca pasajes característicos de las hermanas Brontë, o de Jane Auten y de Thomas Hardy, no está carente de decoración, pues estatuas, fuentes y bancos embellecen estos espacios verdes.
¿Qué necesitamos para crear un jardín inglés en nuestra casa?
El requisito principal para poder pensar siquiera en convertir nuestro jardín en un jardín inglés es disponer de una parcela cuyas dimensiones nos permitan la creación de un espacio de este tipo. No es necesario disfrutar de una extensión enorme, pues podemos adaptarnos al espacio. Pero sí tiene que haber un mínimo para poder diseñar un jardín siguiendo las particularidades de los ejemplos ingleses.
Si plantamos arbustos y setos podremos conseguir que nuestro jardín se asemeje a uno inglés, pues estos están repletos de ellos. Relacionado con lo que acabamos de decir, debemos mencionar otra norma muy importante: hay que respetar el crecimiento natural de las plantas. Nada de retocarlas o cortarlas siguiendo una forma determinada, ni de podarlas en exceso. Esto le conferirá mayor amplitud y salvajismo a nuestra parcela, característica de este tipo de espacios.
Ya hemos comentado la importancia del agua en los jardines ingleses. Si tenemos espacio suficiente, podemos instalar una fuente o un pequeño estanque. Es muy probable que no podamos colocar un puente, pero sí podremos poner algún banco de piedra o alguna escultura. Qué duda cabe de que, si disfrutamos de una extensión considerable, podemos explotar estas singularidades al máximo, con la delimitación de caminos naturales por los que pasear entre los estanques y lagos, que podremos cruzar con puentes de madrea, y con la instalación de elementos que contribuyan al paseo, como bancos y templetes para el descanso de los visitantes o para que estos sientan la paz de la naturaleza mientras se deleitan en su contemplación.
Tener un jardín inglés no es descuidar el jardín para que este adquiera esas dosis de salvajismo propias de estos espacios. Ni mucho menos. Los jardines ingleses están cuidados, pero dichos cuidados respetan la naturaleza, por lo que no se realizan podas excesivas, ni se definen caminos lineales o pavimentados. Todo es natural, real y puro.