Cada vez son más aquellos que deciden apostar por fabricar su propio compost para abonar los pequeños huertos y jardines que disponen. Entre las razones principales se encuentran, principalmente, el que aporta al suelo la materia orgánica que necesita de forma completamente natural y que, además, supone uno de los sistemas de reciclaje de residuos más productivo y que menos atención requiere.
Aunque también presenta otras ventajas con respecto a otros abonos:
- Contribuye a que los suelos arcillosos mejoren su drenaje y se presenten más sueltos, al igual que aumenta los niveles de retención de humedad de los suelos arenosos para que ganen en densidad.
- Consigue mejorar los niveles de PH del suelo y evita que sean excesivamente ácidos o alcalinos, lo que propicia que sea posible el cultivo de un mayor número de especies.
- Ayuda al desarrollo de estructuras radiculares fuertes y sanas que, igualmente, mejoran la calidad general del suelo.
- Reduce la demanda de agua de los árboles y las plantas que se dispongan –gracias a la riqueza de sus aportes orgánicos- e, incluso, puede llegar a alargar sus periodos de crecimiento. Esta circunstancia, además, permite controlar los niveles de erosión del suelo.
- Los alimentos cultivados en suelos abonados con compost suelen mejorar su contenido de vitaminas y minerales.
- Si se aplica correcta y generosamente en el suelo, el humus puede llegar a reemplazar completamente a cualquier tipo de fertilizante artificial, lo que, además de suponer un ahorro económico, conlleva importantes beneficios desde el punto de vista medioambiental.
- El uso del compost permite reducir hasta en un 50% el volumen de basura que se genera de forma habitual e, igualmente, ayuda a prevenir el calentamiento global porque también reduce la emisión de gas metano –éste se genera cuando la materia orgánica se descompone artificialmente en los vertederos, en vez de seguir el procedimiento natural que propone el compostaje-.