Uno de los árboles más comunes en nuestro país es el ficus, incluso se usa como arbolado municipal en ciudades como Cartagena. Precisamente en esta ciudad, y en otras españolas, desde hace tres años, los ficus están sufriendo una plaga de minicigarras, que agrede también a otras especies.
Han sido necesarios dos años de investigaciones para encontrar un remedio biológico a esta nueva plaga. La única manera con la que se ha podido erradicar a la minicigarra ha sido introduciendo en sus colonias a su depredador habitual, el chinche. Con ello, se evita el uso de los productos nocivos para el medio ambiente, prohibidos por la Unión Europea.
Aunque los ficus llevan más de un siglo en nuestro país no ha sido hasta los últimos 10 años cuando se han expandido incluso como monocultivo por el Mediterráneo. Los beneficios que tiene su plantación son indudables: la ausencia de problemas con plagas, una ingesta de CO2 permanente al estar cubiertos todo el año, su reducido coste y la escasa necesidad de agua.
Esta plaga que le afecta ahora, llamada vulgarmente "minicigarras", es de origen asiático, y se denomina Psila y es, junto al picudo rojo de las palmeras, una de las plagas más fuertes de los últimos años. Se manifiesta como un tejido algodonoso que recubre los ejemplares afectados y que produce un pequeño insecto, similar a una cigarra de 2 ó 3 mm.
Una de las opciones más naturales para acabar con esta cigarra es introduciendo en su hábitat a su especie depredadora, garantía de que se va a terminar definitivamente con la plaga a modo de control biológico. Los expertos en jardinería afirman que en el campo es más fácil garantizar el éxito ya que el rival biológico se puede camuflar o esconder en la tierra, zona no ocupada por los individuos de la plaga.
Este tipo de control natural se lleva practicando en cultivos agrícolas desde hace años, convirtiéndose en una excelente alternativa para los tradicionales y contaminantes insecticidas que se usan en el arbolado urbano.
Foto: Viveros Los Valles