El césped es una base herbácea que se utiliza para recubrir zonas relativamente extensas de un jardín. Existe una gran variedad de especies, de tal forma que, atinar con la que mejor se adapte a nuestras condiciones climáticas y a la utilización prevista para la pradera, es el primer elemento que condicionará el éxito de nuestra plantación. En general, puede dividirse en tres categorías: césped rústico (que se adapta fácilmente a cualquier clima), ornamental (frágil, pero muy decorativo) y deportivo (muy resistente al uso continuo). El asesoramiento en este punto de un profesional es la mejor garantía de acierto.
El siguiente paso será decidir qué método de plantación vamos a escoger, la tradicional siembra de semillas o la implantación de césped en tepes o rollos. En este sentido, tendremos en cuenta si queremos disfrutar del espacio inmediatamente o podemos esperar poco más de un mes que es lo que suelen tardar las semillas en empezar a dar resultados visibles. Eso sí, el sistema de tepes (planchas de césped de máxima calidad, totalmente tupido y libre de malas hierbas) encarecerá esta operación.
En cuanto a los cuidados básicos, comunes en todos los tipos e independientes del sistema de cultivo, pueden resumirse en cuatro pasos: abonado (preferible de lenta absorción, garantizará un colorido espectacular), aireación (mejora el drenaje y contribuye al ahorro de agua en los riegos), escarificación (peinado de la superficie que limpia de residuos) y siega (teniendo en cuenta que cuanto más corto esté más agua necesita). Disponer de un buen cortador de césped e ir adecuando la cantidad de riego a la exigencia del terreno, dependiendo de la estación de año y las circunstancias, son las claves para que nuestro césped presente su mejor aspecto de manera continua.
Foto: Servicity