Colocar en casa el árbol de Navidad es una tradición que se sigue desde hace siglos en todo el mundo pero, ¿puede tener consecuencias medioambientales? El abeto, árbol tradicionalmente empleado con este fin, no es, actualmente, una especie vegetal protegida –no al menos como se entiende en el caso de aquellas de las que cada vez quedan menos ejemplares- pero su tala sin control sí puede llegar a afectar a la especie.
Según las previsiones, y dada la complicada situación económica actual, parece que la venta de abetos naturales este año ha descendido en torno al 20% respecto a la Navidad de 2011, lo que supone que, aproximadamente, se venderán unos 250.000 menos.
Aunque habrá que esperar a que pasen estas fechas para comparar con respecto al año pasado cuántos de los abetos vendidos podrán ser de nuevo replantados –esta recuperación se puede realizar siempre que no hayan estado sometidos a altas temperaturas ni cerca de fuentes de calor en el interior de los hogares-.
No obstante, y aunque pueda parecer contradictorio, las asociaciones ecologistas apuestan por la adquisición de árboles naturales para la decoración de Navidad siempre que éstos procedan de viveros en los que se han cultivado explícitamente para ello, y no los que son talados o arrancados directamente de montes y zonas boscosas.
La razón es sencilla: en la fabricación de abetos artificiales se pueden emplear elementos plásticos contaminantes que, además, desprenden gases nocivos que aceleran el efecto invernadero.
Además, la venta de abetos naturales se ha ido poco a poco convirtiendo en una tradición con matices solidarios en muchas partes del mundo. Por ejemplo, los estudiantes de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes de Madrid llevan más de 50 años aprovechando esta época para, no sólo obtener algún beneficio que luego invierten en el viaje de fin de carrera, sino porque donan parte de lo que obtienen de la venta de abetos a diferentes ONG’s.
Igualmente, y dado que los árboles proceden de viveros, desde su punto de vista es una forma de concienciar directamente sobre la importancia de mantener vivos los bosques. "Se evita la tala incontrolada de otros ejemplares que se encuentran en bosques de la geografía española y que, en ocasiones, pertenecen a espacios protegidos", afirman desde la Escuela.
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