Cultivar un huerto no es tan sencillo como puede parecer a simple vista. No se trata únicamente de plantar frutas o verduras, abonarlas, regarlas y dejarlas crecer. Una disposición acertada de los vegetales y la inclusión de otras plantas a modo de protección son algunas de las cuestiones que tenemos que tener en cuenta si queremos disfrutar de un huerto sano en casa.
La época del año en la que sembremos es quizá uno de los primeros aspectos a tener en cuenta. Si plantamos nuestras verduras en invierno, por ejemplo, las heladas y el frío complicarán que las raíces se agarren al suelo, impidiendo, por tanto, su crecimiento. Y lo mismo sucede si lo hacemos en verano, cuando las altas temperaturas y la sobreexposición al sol incidirían negativamente en la planta. Es obligatorio, por tanto, que conozcamos la época de cultivo de los vegetales que van a componer nuestro huerto, para evitar llevarnos disgustos innecesarios.
Asimismo, igual de importante es el tipo de tierra que empleemos. Una tierra arcillosa, que drene bien el exceso de humedad y que contenga los nutrientes necesarios para el crecimiento de nuestras verduras favorecerá que estas se reproduzcan de manera correcta.
Una vez elegidas las verduras y hortalizas que queremos plantar, es menester que también prestemos atención a la disposición de las mismas en el huerto. En este sentido, la filosofía del multicultivo ayuda a distribuir de manera eficiente nuestro huerto, plantando los vegetales de manera que estos no compitan por el agua o los nutrientes. Es importante que cada planta tenga un espacio adecuado que le permita nutrirse sin absorber las sustancias que le corresponden a las demás.
Además de organizar bien el espacio de cada planta se aconseja también organizarlas en la tierra por tamaños. Las más pequeñas deben plantarse donde reciban mejor la luz del sol, y las más grandes o que tienen un crecimiento vertical, detrás. Si además instalamos unos alambres, cañas o tubos de plástico sobre estas últimas, haremos que las plantas verticales queden sujetas a la estructura sin que su crecimiento afecte al resto del huerto. Así, el tamaño de las mayores no impedirá que las pequeñas reciban su dosis de luz natural, imprescindible para que realicen la fotosíntesis.
Por último, para evitar quebraderos de cabeza, podemos mantener las plagas a raya de manera natural. Conociendo las propiedades repelentes de algunas plantas sabremos que, colocándolas cerca de nuestro huerto, evitaremos que este sea atacado por insectos que pueden perjudicar la salud de nuestras verduras. De este modo, si plantamos manzanilla, albahaca, ajenjo u orégano podemos mantener alejados a pulgones, chinches, orugas y hormigas, respectivamente. Así nuestras verduras crecerán sanas y sin plagas.